El papa recorrió las vías del lugar en su papa móvil para saludar a la multitud que lo esperaba para la homilía.
"Me imagino es susurro de Jesús en la última cena, como un grito en esta mesa que celebramos en el Parque Bicentenario. Imaginémoslo juntos", comenzó Francisco su homilía.
"Nosotros aquí reunidos alrededor de la mesa con Jesús somos un grito un clamor nacional de la convicción de que la presencia del Señor nos impulsa a la unidad. Señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable", añadió el papa.
"Vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia. Al oír que no tenemos medios o que la realidad nos sobrepasa nuestra respuesta repite el clamor de Jesús y acepta la gracia y la tarea de la unidad. Aquel grito de libertad de hace más de 200 años no le faltó ni convicción ni fuerza, pero la historia nos cuenta que solo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgo", dijo el Pontífice.
"La evangelización puede ser un vehículo de unidad, de aspiraciones... y hasta de ciertas utopías", afirmó Francisco.
"Hay que confiar el corazón al compañero de camino, sin recelos, sin desconfianza. Confiar en el otro es un asunto artesanal. La paz es algo artesanal, es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros".
El papa habló del proselitismo: "La evangelización no consiste en hacer proselitismo, sino en atraer con nuestro testimonio a los alejados".
También hizo un llamado a los feligreses: "La propuesta de Jesús es concreta: Andá y hacé lo mismo. Hermanos, tengan los sentimientos de Jesús, sean un testimonio de comunión fraterna que se vuelve resplandeciente".
"Nuestra fe siempre es revolucionaria, ese es nuestro más profundo y constante grito", añadió el pontífice.
"Queridos hermanos, les agradezco esta congregación. Los invito a que seamos verdaderamente hermanos, que seamos hermanos. Les pido que no se olviden de rezar por mí", finalizó el papa.
En la noche del martes, en una reunión con la sociedad civil, el papa promovió el diálogo, la inclusión de todas las fuerzas sociales, la inclusión de las minorías y el respeto por el otro. "Asumir que nuestra opción no es la única legítima es un sano ejercicio de humildad", dijo.
"Las normas y las leyes, así como los proyectos de la comunidad civil, han de procurar la inclusión".
Es la segunda misa masiva que realiza el Pontífice en este país. El lunes ofició una misa multitudinaria en la ciudad de Guayaquil, que congregó a cerca de un millón de personas.
En la tarde del lunes, Francisco se reunió con el presidente de Ecuador, Rafael Correa.
Después de la misa, el papa tenía previsto visitar el Convento de San Francisco en Quito.
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