Suele resultar polémico, pero una parte de la biología y de la psicología se encarga de estudiar cómo influye la evolución en el comportamiento de la especie humana. Es cierto que la evolución afecta a todos los seres vivos, incluyendo al humano, pero también es cierto que el hombre tiene una sociedad que marca la diferencia.
Por eso, al margen de la igualdad y de los valores culturales, una parte de la ciencia trata de estudiar cuestiones tan escabrosas como la de averiguar si el instinto maternal tiene más peso que el paternal o si la belleza del rostro influye más en el comportamiento de los hombres que en de las mujeres.
Este jueves un artículo publicado hoy en la revista «Evolutionary Behavioral Sciences» ha tratado de averiguar por qué las mujeres están menos interesadas en el deporte que los hombres. En una revisión que analiza varias posibles causas, los autores reconocen que tanto hombres como mujeres participan en actividades deportivas, pero que ellas están, en general, menos presentes que ellos.
«En esta revisión, abordamos las aparentes diferencias de género que influyen en la motivación y en el interés para hacer deporte desde unaperspectiva evolutiva», escriben Deaner, Baelish y Lombardo, los tres autores del escrito.
En primer lugar, han concluido que la presencia de mujeres es más limitada porque, en general, tienen menos interés por el deporte, no porque tengan menos oportunidades de acceder a él.
Además, según dicen, estas diferencias están presentes tanto en grandes sociedades contemporáneas como en grupos pequeños de cazadores y recolectores. En todas las sociedades de las que se tienen datos, la participación de los hombres en el deporte duplica a la participación de las mujeres, en términos de frecuencia y duración.
El deporte: una herramienta social
Cada vez que se encuentra una posible diferencia en el comportamiento de hombres y mujeres, los investigadores tratan de buscar una explicación, a ser posible que se pueda comprobar con algún tipo de experimento o dato. En el caso de la distinta participación en el deporte, muchos investigadores han buscado estas hipótesis en la distinta función que puede estar teniendo el deporte en hombres y mujeres.
Hasta el momento los investigadores han sugerido que el deporte puede tener varias funciones, que a lo larto de la evolución podrían haber fortalecido a los que lo practicaban: la de formar lazos sociales en grupos, la de adquirir habilidades sociales y motoras y la de adquirir mayor estatus a la vez que se facilitaba la evaluación de potenciales competidores o aliados. Por último, otros sugieren que el deporte puede formar parte del cortejo, y convertirse en una señal sobre la calidad de uno mismo ante la pareja.
Aunque muchas veces se ha sugerido que la causa de estas diferencias se deben a factores culturales, los autores no han encontrado evidencias que así lo indiquen. Sí que hay estudios en sentido contrario que apoyan la idea de que la testosterona puede estar contribuyendo en los hombres a tener más interés por el deporte.
En conclusión, estos autores consideran que las diferencias en el interés de hombres y mujeres por el deporte son notables y generales en muchas sociedades, quizás debido a diferentes «presiones evolutivas» en los dos géneros. Además, creen que estas diferencias no han sido del todo compensadas por los factores culturales.
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