Katy Perry lo hizo. No solo llevó tiburones a la cancha del University Arizona Stadium, sino iluminó la noche del Super Bowl con miles de fuegos artificiales.
Sostenida por un arnes, la cantante entró como ningún otro artista antes: sobre el lomo de un tigre dorado gigante que la llevó hasta el centro de la cancha, mientras interpretaba Roar.
Ya en el centro de la cancha la esperaba un gran tablero de ajedrez en tonos azul y plata desde donde interpretó Dark horse.
El tableró se apagó para dar paso al fuego, que llegó con el primer invitado de la noche, Lenny Kravitz y uno de los primeros número uno de Perry: I kissed a girl.
Luego llegó el ambiente playero al escenario de Arizona. Como lo prometió, Perry bailó al lado de tiburones, pelotas y tablas de surf al ritmo de Teenage dream.
Tras la playa llegó la invitada sorpresa de la noche, la rapera Missy Elliot, para quien la edición 49 fue su segunda vez en el Super Bowl, después de que en 2012 acompañara a Madonna.
Entonces el estadio se apagó. Rodeada de globos de colores y suspendida sobre el centro de la cancha apareció Perry lista para dejar salir su Firework.
Miles de fuegos artificiales iluminaron la cancha y el cielo de Glendale, conviertiendo al estadio de la Universidad en una fiesta.
La cantante interpretó algunos de sus éxitos junto a Lenny Kravitz y Missy Elliot, donde los fuegos artificiales iluminaron el cielo
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