Cuando llueve, Carmina Peralte corre a poner bidones plásticos en la sala de su casa de NE Miami-Dade antes de que empiece a entrar el agua por las goteras del techo.
Después de dos accidentes — uno de los cuales le destrozó las piernas y otro que la obligó a operarse la espalda — Peralte, de 80 años, camina con un bastón y apenas puede doblarse.
Aunque su cheque de $500 al mes del Seguro Social cubre sus necesidades básicas, no le queda lo suficiente para reparar el techo, ocuparse de serios problemas de invasión de moho, eliminar el comején que plaga sus vigas de madera, ni llenar la piscina que ya no usa.
Peralte, quien cuida a su hija adulta, dijo que teme que el moho acabe enfermándolas a ella y a su hija, quien padece de asma. Ella teme además que el daño empeore si no se repara.
“Las cosas son muy difíciles en estos momentos”, dijo, y agregó que su fe es lo que la sostiene. “No sé qué hacer”.
Sentada en la mesa del comedor, Peralte recuerda el tiempo antes de su accidente automovilístico en el 2005 cuando ella trabajaba de asistenta de enfermera y ganaba lo suficiente para vivir con comodidad.
“A mí me gustaba trabajar”, dijo. “Trabajaría ahora si pudiera”.
Nacida en Haití, Peralte se fue a vivir en Nueva York cuanto tenía veinte y tantos años. Su esposo, ya fallecido, se había ido a vivir allá antes que ella para conseguir trabajo. El la trajo a ella y a sus cuatro hijos poco después, y ellos se establecieron en Nueva York. Allí, ella tuvo un quinto hijo.
Mientras su esposo trabajaba como chofer de taxi, ella ganaba dinero haciendo entrada de datos. Ella aprendió inglés ayudando a sus hijos con sus tareas.
En 1989, su esposo no pudo resistir más el frío y decidió mudarse al sur. Peralte dijo que ella no tenía el menor deseo de abandonar Nueva York después de 20 años, pero que lo hizo por su esposo.
“A mí me encantaba vivir allí”, dijo.
El vino al sur de la Florida y compró la casa de tres cuartos en South Spur Drive cerca de North Miami. A ella le gustó la casa, pero extrañaba Nueva York.
Apenas cinco años después de que se mudaron, su esposo falleció. “Eso fue muy duro para mí”, dijo.
Dos de sus hijos han fallecido desde entonces, y otros dos no viven cerca.
Ella se convirtió en la única persona que mantenía la casa, trabajando como asistenta legal y luego con personas ancianas.
En el 2005, ella salía de visitar a un cliente cuando entró a su Toyota Camry rojo. La pila no estaba funcionando bien, y se suponía que ella accionara un interruptor para que el auto encendiera.
A ella se le olvidó ese paso hasta que entró al auto. De modo que salió y se preparó para levantar la capota. Pero se le olvidó poner la palanca en parqueo. El auto empezó a moverse hacia delante y la atrapó entre la pared de la casa y la defensa del auto.
“Me aplastó las piernas”, dijo, señalando las cicatrices. “Parecían picadillo”.
Peralte estuvo unas semanas en el hospital, pero la recuperación le tomó meses.
El segundo accidente tuvo lugar después del ciclón Wilma en el 2005. Una vecina quería que ella fuera a ver un árbol caído. Ella salió con su andador, pero tropezó y cayó de espaldas.
“Se sintió como si me hubieran cortado el cuerpo en dos”, dijo.
La misma organización para la que ella trabajaba — Fundación de North Miami para Servicios para Personas Ancianas (North Miami Foundation for Senior Citizens Services) — la ayuda ahora.
Sandi Dioli Kumm, administradora del programa, dijo que ella nominó a Peralte para el Wish Book del Miami Herald debido a sus necesidades.
“Ella tiene un corazón muy grande”, dijo Kumm. “Ella es una de esas personas que de verdad te tocan el corazón, y uno quiere hacer todo lo que pueda por ayudarla”.
Kumm dijo que ella vio lo difícil que había sido para Peralte pasar de ayudar a otros ancianos a convertirse en clienta, y afirmó que es difícil de ver que su “zona de seguridad” no es segura. La última vez que Peralte hizo reparaciones a su techo fue en 1995.
“Esa casa no es saludable para ella”, dijo Kumm.
En la actualidad, Peralte depende del apoyo de su fe. Durante el día, ella está sentada en su casa, que ella se preocupa por mantener inmaculada. Hay un árbol de Navidad en una esquina, y viejas fotos familiares decoran sus paredes.
“Yo rezo todo el tiempo”, dijo, mirando hacia lo alto. “Por eso sigo viva”.
CÓMO PUEDE AYUDAR
Este año Wish Book está tratando de ayudar a cientos de familias necesitadas.
▪ Para donar, haga su donación de una forma segura en MiamiHerald.com/wishbook
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