ABORDO DEL GUARDACOSTA TYR-- La tripulación se aprestaba a cenar cuando se oyó el anuncio: "barco fantasma"... un buque de carga fuera de control que se encaminaba hacia Italia sin tripulación y con cientos de sirios a bordo.
El buque, usado para transportar ganado, iba a chocar contra la costa y el refugiado que llamó por teléfono a las autoridades dijo que los controles de la cabina de mando no funcionaban. El Tyr enfiló hacia el carguero en una carrera contra el tiempo.
La operación de rescate fue una de las más peligrosas de una serie de dramas de alta mar que se han sucedido en tiempos recientes y que reflejan un nuevo modus operandi de los traficantes que cruzan el Mediterráneo con cargas humanas destinadas a Europa. Las bandas compran buques viejos a punto de ser convertidos en chatarra a través de la internet y los llenan de sirios dispuestos a pagar fuertes sumas para escapar de su tierra. Las naves parten hacia Europa y a menudo son abandonadas, dejando a los refugiados librados a su suerte.
Hasta hace poco, la mayoría de los migrantes pagaban cientos de dólares por un viaje a bordo de un viejo barco pesquero, un bote inflable o una lancha rápida. Cientos de hombres, mujeres y niños mueren todos los años cuando esas precarias embarcaciones se vuelcan durante tormentas.
La guerra de Siria, que ha desplazado a más de 3 millones de personas, representa una lucrativa oportunidad para los traficantes. Los refugiados con medios pueden pagar altas sumas para abordar naves más grandes y seguras desde el sector oriental del Mediterráneo hacia Italia, desde donde luego cruzan por tierra a otras naciones del centro y norte de Europa.
Muchos de esos sirios pagan de 4.000 a 8.000 dólares por un cupo en una nave que puede cruzar el Mediterráneo sin problemas. Con esas sumas, incluso si pierden un barco que les costó medio millón de dólares, los traficantes todavía pueden ganar millones en un solo viaje.
Comprar un barco de carga es mucho más sencillo y barato de lo que se supone. Una crisis en la marina mercante ha generado un excedente de barcos y hecho que las naves viejas, para las cuales no hay demanda, resulten particularmente baratas si surge un comprador, de acuerdo con un funcionario de la marina mercante griega que habló a condición de no ser identificado porque no estaba autorizado a hacer declaraciones.
Frontex, el organismo de la Unión Europea encargado de vigilar las fronteras, dice que unos 15 barcos de carga con gente que busca asilo trataron de llegar a Europa en los últimos siete meses. La portavoz de Frontex Izabella Cooper afirmó que una nave que llegó hace poco a Italia daba la impresión de que había sido comprada a través de la internet en un depósito de chatarra.
La demanda de estos barcos es enorme. Tan solo en Turquía hay más de un millón de sirios que se las rebuscan sin trabajos ni servicios básicos, muchos de ellos médicos y abogados que pueden pagar miles de dólares por un viaje en los barcos de carga, según Metin Corabatir, presidente del Centro de Investigaciones de Asilo y Migración de Ankara.
"Vamos a ver muchos más de estos barcos", pronosticó Corabatir. "Esta gente no tiene futuro y a menudo es la única opción que tienen para irse. Dan todo lo que tienen y arriesgan sus vidas".
Una de las últimas novedades de los traficantes es seleccionar refugiados con experiencia marítima y ponerlos a cargo del barco, ofreciéndoles grandes descuentos. De este modo, los traficantes pueden permanecer a salvo en tierra firme.
"No había traficantes a bordo. Nadie a cargo. Ni siquiera tripulación", comentó Moutassem Yazbek, un sirio que fue rescatado de un barco de carga por Frontex en diciembre. "Eran todos refugiados como yo".
Pero cuando el barco acostumbrado a trasportar animales llamado Ezadeen pidió auxilio en la víspera de Año Nuevo, ni siquiera tenía una tripulación improvisada de migrantes.
El guardacostas islandés Tyr estaba a 30 kilómetros (menos de 20 millas) y cuando llegó, ya de noche, su capitán Halldor Nellett supo enseguida que no había forma de abordar la nave con bandera de Sierra Leone. Avanzaba a una velocidad de nueve nudos por aguas agitadas, con fuertes vientos y sin nadie en los controles.
Se pusieron en contacto con el barco por radio y la mujer que respondió en inglés dijo que no podía apagar el motor porque los traficantes habían destrozado los controles antes de irse. Traficantes enmascarados habían encerrado a los 359 pasajeros, incluidas 42 mujeres y 62 niños, debajo de la cubierta en jaulas para animales que parecían cárceles. Lograron escaparse cuando se dieron cuenta que la tripulación había abandonado el barco.
El Tyr se mantuvo pegado al barco a medida que se acercaba a la costa italiana, sin poder hacer nada para detenerlo.
De repente, el motor del Ezadeen se apagó solo y el barco quedó a oscuras.
La nave perdió impulso y la tripulación del guardacostas se puso manos a la obra. Cuatro tripulantes llegaron al barco en una lancha y varios oficiales se descolgaron de un helicóptero y trataron infructuosamente de encender el motor. No quedaba combustible.
Desesperados, los refugiados pidieron ser llevados al guardacostas, pero se les explicó que era imposible traspasar a más 300 personas de una nave a otra de noche y con aguas agitadas.
Les pidieron calma, les hicieron llegar comida y medicinas, y les prometieron que se les permitiría llegar a Italia.
Y cumplieron su promesa. Al día siguiente, remolcaron el barco hasta Italia.
Allí comenzó una nueva aventura: tratar de reunirse con familiares o amigos en el norte de Europa.
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