En las doce ciudades que serán sede de los partidos
del Mundial de Fútbol de Brasil 2014, el gobierno ha invertido miles de
millones de dólares en la construcción y renovación de los estadios de
fútbol.
Pero a pocas cuadras de estas magníficas
construcciones -que serán escenario de esperados partidos y la vitrina
de Brasil para el mundo- están las favelas donde la miseria, el hambre,
el narcotráfico y la drogadicción han generado una prostitución infantil
rampante.El gobierno ha lanzado programas de "pacificación" para limpiar las favelas de las pandillas y los narcotraficantes, y dice haber iniciado programas de capacitación de unidades de protección de la niñez para hacerle frente a ese flagelo.
Además ha destinado unos US$8 millones de reales (unos US$3,3 millones) para luchar contra la prostitución infantil en las sedes mundialistas.
Sin embargo, críticos y activistas alegan que esta inversión social no se compara con el exorbitante costo para preparar el Mundial y que no hay políticas públicas coherentes para combatir un problema que -se anticipa- aumentará con el inicio del torneo de fútbol y la llegada de numerosos turistas sexuales convencidos de que podrán actuar con impunidad.
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