Kelida Kenol se considera a sí misma “una adolescente como otra cualquiera”. Como muchas otras chicas de 14 años, a ella le encantan los artilugios electrónicos. Ella sigue a sus amigos en instagram. Sus películas favoritas son High School Musical y Frozen.
A ella le gusta escuchar a Whitney Houston, Taylor Swift, Ariana Grande, Selena Gómez, One Direction y los Jonas Brothers.
Y su lista de deseos para la Navidad incluyó audífonos rojos de Beats, una iPad o un iPhone de color de rosa con un estuche Hello Kitty, zapatos de tenis marca Jordan de color rosado con detalles en blanco y negro; una tarjeta de regalo de Foot Locker, y una cartera marca Gucci, Polo o Hollister.
Pero si pasas cinco minutos con Kelida, queda claro que esta chica de ingenio rápido y enormes ojos de gacela no es una chica como otra cualquiera. La adolescente de Fort Lauderdale enfrenta dificultades extraordinarias.
Cinco años atrás, su madre Carline murió de complicaciones resultantes del virus del sida. La abuela de Kelida, Albertine Louisy, vino a vivir al sur de la Florida procedente de Haití para cuidar a sus nietos. El padre de ellos había muerto a consecuencia del mismo virus cuando Kelida era todavía una bebé. Hay una foto de Carline en una repisa de la sala, entre los trofeos deportivos de sus hijos, y debajo de un cartel que reza: “Confía en un milagro”.
“Mamá lo puso ahí cuando estaba sufriendo su enfermedad”, explicó Kelida.
Aunque los niños extrañaban terriblemente a su madre, a ellos les estaba yendo bastante bien, y Kelida llegó el año pasado a la lista de honor.
Pero, a finales de agosto, una semana después de empezar en octavo grado en Sunrise Middle, a Kelida se le diagnosticó un tumor cerebral canceroso tras haberse quejado de mareos y problemas al caminar. Ella fue operada para sacárselo, y los médicos descubrieron que había hecho metástasis a su columna vertebral. Ella tuvo que permanecer en el hospital todo septiembre y la mayor parte de octubre, debilitada por la operación y por neumonía.
Ella ha estado recibiendo agresivos tratamientos de radiación y quimioterapia, logopedia, y está usando un andador y una silla de ruedas para moverse. A pesar de sus problemas, su principal preocupación ha sido su abuela, quien no se ha movido de su lado. Louisy ayuda a Kelida a ir al baño, la ayuda a bañarse y vestirse, la hace reír y le cocina plátanos fritos, cerdo frito y pikliz, una ensalada haitiana hecha con zanahorias molidas, pimientos y salsa picante.
“Mi abuela me alimenta, me ayuda a caminar a donde quiera que voy y está siempre pendiente de mí 24 horas al día”, dijo Kelida.
En lugar de estar amargada y resentida por su enfermedad, Kelida dijo que ella rezaba y daba las gracias cada día por las bendiciones recibidas.
“Yo doy gracias de que todavía estoy viva”, dijo, con su dulce sonrisa que se ha torcido como consecuencia de la operación. “Yo doy gracias de que tengo quien me cuide. Doy gracias de que tengo un techo donde vivir y comida que comer. Hay personas que no tienen esas cosas”.
Kelida tiene una estrecha relación con sus hermanos, Jesse, de 18 años, y Tcheddy, de 16, ambos estudiantes en el Centro de Educación. Ella dice que a ellos les afectó mucho la noticia de su cáncer, y que a ninguno de los dos les gusta hablar del tema.
“Ellos se sintieron tristes por mí, y furiosos de que me hubiera pasado eso a mí”, dijo. “Ellos no me dicen nada sobre eso, pero ellos juegan conmigo como todos los hermanos hacen con su hermana menor”.
Kelida es famosa por su sentido del humor, y dijo que tiene mucho sentido que su cumpleaños sea el primero de abril, “porque la gente hace chistes el Día de los Inocentes, y lo mío es hacer chistes”.
Su constante buen humor la hizo popular en la escuela. Sus compañeros de clase le escribían cartas mientras estuvo en el hospital y pusieron mensajes de buena voluntad en Facebook. Ella los extraña, y está impaciente por regresar a la escuela y a su rutina cotidiana. Los médicos todavía no le han dicho cuándo estará lista para reincorporarse a la escuela, pero ella espera poder hacerlo a principios del 2015.
Mientras tanto, ella estudia en casa y pasa el resto del tiempo en terapia. Ella dice que la quimioterapia y la radiación la agotan, de modo que le es difícil acopiar energía para algo más. Ella recibe consejería y ayuda de Broward Health-Kinship Cares Initiative, la agencia que la nominó para el Wish Book.
La abuela de Kelida dijo que hubo momentos en que ella no pensó que hubiera podido soportar haber perdido a su hija y ver luego a su nieta batallar contra el cáncer. Pero dijo que “Dios y Kelida’’ la ayudaron a atravesar esos momentos difíciles.
“Yo siempre la he querido, pero ahora la quiero aún más después de ver lo fuerte que ha sido a una edad tan tierna”, dijo Louisy con la ayuda de un intérprete de creole. Sus ojos se empañaron mientras describía el coraje que Kelida ha mostrado durante los últimos meses. Louisy rompió a llorar y salió de la habitación para recuperar la compostura.
Kelida sueña mucho con el futuro. Al principio ella quería ser peluquera. Luego, diseñadora de modas. Ahora está pensando en hacerse médico.
“La situación por la que he pasado me hace que quiera acercarme a los jóvenes”, dijo. “Yo me asusté mucho cuando me enteré de mi tumor, y creo que me gustaría hacerme médico algún día para ayudar a otros muchachos a lidiar contra el cáncer y otras enfermedades. Yo me pregunto todo el tiempo cómo será mi vida en el futuro”.
Mientras tanto, ella estaría encantada con esos audífonos Beat, un iPad, un estuche Hello Kitty, y un par de Jordans rosados. “Yo sé que puede parecer tonto que quiera cosas de marca, pero yo soy una adolescente normal”, dijo.
CÓMO PUEDE AYUDAR
Este año Wish Book está tratando de ayudar a cientos de familias necesitadas.
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