23 de enero de 2015

Para judíos argentinos, muerte de fiscal revive el dolor del atentado terrorista

Para Sofía Guterman, la inesperada y sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman es un doloroso recordatorio del trágico atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y las injusticias que todavía rodean el caso.
Su única hija, Andrea, murió en el ataque en 1994 que dejó un total de 85 muertos y más de 300 heridos, y dos décadas después, todavía no hay respuestas y responsables tras las rejas. Para Guterman, Nisman, de 51 años, el principal fiscal encargado de la investigación, sería la víctima número 86.
“Esperamos que la justicia actúe para que defina su muerte”, dijo Guterman, de 73 años. “Por lo menos que la muerte de Nisman no quede con impunidad como las muertes de nuestros seres queridos”.
“Realmente es perder alguien que formaba parte del grupo de uno”, dijo. “Muchas veces hemos tenido diferencias con él con la investigación de la causa, pero también están todas las veces que festejamos juntos cuando había una noticia buena”.
Guterman estuvo entre los miles de argentinos que han protestado esta semana en la calles de Buenos Aires por la muerte de Nisman, quien fue hallado el domingo en la noche en su apartamento con un disparo en la sien. El fiscal murió horas antes de testificar ante el Congreso sobre su denuncia en la que acusa a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de encubrir la responsabilidad de Irán en el atentado a la AMIA. Las protestas continuaron el miércoles en la noche durante un “acto por la verdad y la justicia” organizado por la AMIA y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA).
Para muchos miembros de la comunidad judía en Buenos Aires, la muerte del fiscal alimenta el temor de que la impunidad continúe en la investigación del atentado ya que nadie ha sido condenado dos décadas después del ataque.
“Es una sensación muy conmocionante porque [la muerte] es una forma de acordarnos que van a ser 21 años y no se sabe la verdad de cómo fueron las cosas, de quiénes fueron los culpables, de cómo lo lograron,” dijo Anita Weinstein, una sobreviviente del atentado y directora del Centro de Documentación e Información Marc Turkow de la AMIA. “Es como una recordación muy dramática”.
Weinstein no es optimista de que algún día haya justicia para las víctimas del ataque, ya que cree que todavía hay impedimentos políticos que impedirían una investigación justa.
Sofía Tarlovsky de Levy, de 82 años, quien perdió a dos de sus estudiantes de kínder en el atentado, dijo que la reacción pública a la muerte de Nisman “es como que si calló otra bomba en la AMIA”.
Tarlovsky es parte de un grupo de ancianos que todos los lunes desde el atentado en 1994 realizan un ritual en honor a las víctimas: los reunidos guardan un minuto de silencio en la plaza al frente de la Corte Suprema de Justicia, gritan “¡justicia!” tres veces y un hombre sopla un shofar, un instrumento musical judío.
Al igual que Weinstein, Tarlovsky no es optimista de que se logre esclarecer el caso. “Lo de la AMIA no se va a saber nunca”, dijo.
Para los líderes de la comunidad judía en Buenos Aires que conocían a Nisman, su muerte no solo fue una perdida personal sino un duro golpe a la investigación del caso.
Sergio Widder, director del Centro Simon Wiesenthal en Latinoamérica, dijo que él, junto a la mayoría de público argentino, estaban esperando la comparecencia del fiscal ante el Congreso.
“La denuncia tenía una implicación muy seria porque estaba acusando nada menos que a la presidenta de ordenar una operación de maquillaje para desligar a Irán al ataque terrorista contra la AMIA y encubrir”, dijo Widder, quien previamente había asistido a una conferencia en Londres con el fiscal.
Nisman presentó ante un juez el 14 de enero un informe en el que acusaba a Fernández de promover un acuerdo secreto con Irán para evitar el enjuiciamiento de un grupo de ex funcionarios diplomáticos iraníes, acusados de participar en un atentado con una camioneta llena de explosivos en contra del centro comunitario judío.
Para Pablo Gritter, un integrante de APEMIA, un grupo de familiares y amigos de las víctimas que señalan al Estado argentino como el responsable del atentado, la muerte de Nisman ha creado un problema serio de inestabilidad política.
“Todos estamos conmovidos —cuando hay manifestaciones donde dicen ‘Je suis Nisman’ esto trasciende al tema AMIA y se convierte en (un tema) político que puede llegar a terminar al gobierno”, dijo Gritter.
Añade Widder: “Se necesita la garantía de que se pueden saber todas las pruebas del fiscal, que esto sea transparente”.
“No es grato para nadie un gobierno que permanezca en estado de sospecha —si encabezó una negociación, si ayudó a encubrir un ataque contra su propio país”, dijo Widder.
En el caso de la muerte de Nisman, la justicia argentina busca aclarar si el fiscal fue asesinado, cometió un suicidio voluntario o fue víctima de un suicidio inducido.
“No es una causa más. Es una causa de gravedad institucional que todos quieren saber que ha ocurrido y yo también”, sostuvo el jueves Viviana Fein, la fiscal a cargo de la investigación de la muerte de Nisman.




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